Los argumentos de estos gurús fueron expuestos en una carta abierta publicada a través del Instituto para el Futuro de la Vida, una institución sin ánimo de lucro que busca crear una regulación en el tema de la IA fundada en 2014 por personalidades del ámbito empresarial y científico como Elon Musk, Stephen Hawking o Max Tegmark.

Su objetivo es que tanto OpenAI como otras empresas de inteligencia artificial cesen sus investigaciones durante, por lo menos, 6 meses para detenerse a considerar el impacto que tienen estas herramientas.

La solicitud se basa en la inquietud acerca de los sistemas de IA con habilidades competitivas humanas. Debido a los posibles riesgos que podrían representar para la sociedad y la humanidad, y porque se cree que su creación se está llevando a cabo sin una adecuada planificación ni gestión.

Hacemos una llamada a todos los laboratorios de IA para que pausen de inmediato durante al menos 6 meses el entrenamiento de los sistemas de IA más potentes que GPT-4. Esta pausa debe ser pública y verificable, e incluir a todos los actores clave. Si tal pausa no se puede promulgar rápidamente, los gobiernos deberían intervenir e instituir una moratoria, dice la petición.

La petición expone que los laboratorios de IA deberían aprovechar el tiempo en pausa para desarrollar e implementar nuevos protocolos de seguridad para diseñar IA con mayor supervisión. Dichos protocolos deben garantizar que los sistemas que se adhieren a ellos sean seguros más allá de toda duda razonable. Esto no significa una pausa en el desarrollo de la IA en general, simplemente llevar un paso más lento en el desarrollo de las capacidades.

Regulación de la inteligencia artificial

Los sistemas de IA con inteligencia humana-competitiva pueden plantear riesgos profundos para la sociedad y la humanidad, como lo demuestra una extensa investigación reconocida por los principales laboratorios de IA. (…) la IA avanzada podría representar un cambio profundo en la historia de la vida en la Tierra, y debe planificarse y administrarse con el cuidado y los recursos correspondientes. Desafortunadamente, este nivel de planificación y gestión no está ocurriendo, a pesar de que en los últimos meses los laboratorios de IA han entrado en una carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender. predecir o controlar de forma fiable.

Los sistemas de IA contemporáneos ahora se están volviendo competitivos para los humanos en tareas generales, y debemos preguntarnos: ¿Deberíamos dejar que las máquinas inunden nuestros canales de información con propaganda y falsedad? ¿Deberíamos automatizar todos los trabajos? ¿Deberíamos desarrollar mentes no humanas que eventualmente podrían superarnos en número, ser más inteligentes, obsoletas y reemplazarnos? ¿Deberíamos arriesgarnos a perder el control de nuestra civilización?

Tales decisiones no deben delegarse en líderes tecnológicos no elegidos. Los sistemas potentes de IA deben desarrollarse solo una vez que estemos seguros de que sus efectos serán positivos y sus riesgos serán manejables. Esta confianza debe estar bien justificada y aumentar con la magnitud de los efectos potenciales de un sistema. La declaración reciente de OpenAI con respecto a la inteligencia general artificial establece que «En algún momento, puede ser importante obtener una revisión independiente antes de comenzar a entrenar sistemas futuros, y para los esfuerzos más avanzados para acordar limitar la tasa de crecimiento de la computación utilizada para crear nuevos modelos». Estamos de acuerdo. Ese punto es ahora».

La petición que ya lleva casi 1.400 firmas expone que los desarrolladores de IA deberían trabajar con los legisladores para acelerar el desarrollo de un sistema de gobierno que regule y de seguimiento a los sistemas de inteligencia artificial de alta capacidad computacional.

Se sugiere que el ente regulatorio de IA debería tener autoridades reguladoras, sistemas de procedencia y marcas de agua, un ecosistema de auditoría y certificación, responsabilidad por daños causados por IA, financiación pública para la investigación técnica de seguridad de la IA e instituciones para hacer frente a las perturbaciones económicas y políticas.

En algún momento, puede ser importante obtener una revisión independiente antes de comenzar a entrenar sistemas futuros, y para los esfuerzos más avanzados para acordar limitar la tasa de crecimiento de la computación utilizada para crear nuevos modelos», expone la carta abierta.